Etiqueta: conexión

  • “El pueblo no quiere Internet”

    “El pueblo no quiere Internet”


    Ya pereciera volverse costumbre. La Internet le apesta a los regímenes totalitarios –y a muchos tildados de demócratas excelsos—y las formas de control están a la orden del día, tal cómo lo demostró Al Assad, el gobernante Sirio, que sacó de la red a su país, argumentando que “el pueblo lo solicitó”.

    El acceso a la Internet desde Siria, quedó limitado a sólo cinco redes , probablemente controladas por el gobierno, según reporta la firma de inteligencia Renesys, en su blog. De hecho una de estas redes fue utilizada con anterioridad para lanzar un ataque con malware en contra de activistas sirios y una falsa herramienta de encriptamiento de Skype, que fue promovida entre los activistas.

    Pero este no es el primer ejemplo de este tipo de control. Mubarak en Egipto hizo lo propio al principio de la primavera árabe, aunque no le funcionó para nada. Libia también corto las comunicaciones, sin lograr frenar la revolución.

    Irán anunció recientemente que creará su propia “Internet nacional” que quizás tenga algún puente con la Internet verdadera, pero sólo a través de los más estrictos filtros. China mantiene un estricto control sobre redes sociales y sitios web, y se da por descontado que cuenta con un mecanismo para interrumpir la Internet, en caso de “necesidad”. El Reino Unido también ha ejercido controles puntuales sobre la red y sus actores, obligando a Blackberry y Twitter a colaborar para frenar las protestas de hace unos meses, y en EE.UU. se habla de un “botón rojo” que puede sacar del aire a la Internet, en caso de sospecha de que esté siendo usada para realizar ataques terroristas masivos.

    Internet se ha vuelto una piedra en el zapato para los gobiernos, principalmente por su concepción amplia, no restrictiva, que permite difundir mensajes libremente. Los gobiernos –entes controladores por excelencia—se desesperan ante la absoluta libertad de expresión –que podría ser calificada hasta de libertinaje—y tratan de controlar un medio que fue diseñado para evitar estos controles y sobrevivir incluso a ataques nucleares. Pero los gobiernos desesperados intentan lograr el control, pese a las malas experiencias, aplicando medidas desesperadas. Basta recordar lo ocurrido en Libia, donde poseer un teléfono satelital llegó a ser considerado un acto extremo de traición a la patria –-merecedor de la pena de muerte– días antes de que Gadhafi fuera capturado.

    Así que pueblo que me lees, hoy estamos hablandodeti, y de como los gobiernos deciden que tú “no quieres Internet”.

  • ¿Desconexión necesaria?

    ¿Desconexión necesaria?

    Muchas veces oímos la premisa de que de vez en cuando es preciso desconectarse del mundo para descansar del “estress” que nos produce estar online. Escuchamos arengas contra teléfonos inteligentes, laptops, tabletas y cuanto dispositivo nos mantenga conectados, que resultan acusados de ser culpables de enfermedades y colapsos nerviosos. Pero no todo es tan blanco y negro como muchos plantean.

    Si bien estoy de acuerdo de que el “exceso” de conectividad, afecta a muchos, tambien esa misma capacidad de conectarse puede ayudar a que uno se relaje. Recientemente un amigo, dueño de una empresa de TI, me decía con una sonrisa en la cara como su Blackberry le permitía pasar más tiempo con la familia, en su casa, sin descuidar su empresa.

    Esta semana sufrí un proceso de desconexión “obligada” de la red, cuando decidí pasar 5 días de vacaciones en lo alto de los Andes, a 3.000 mts de altura. En un hotel espectacular, al que siempre había querido ir, que se construyo sobre un monasterio construido en 1643, pase unos pocos días de descanso con la familia. Sin embargo no pude desligarme del trabajo 100% y me llevé unas asignaciones puntuales que requerían que me conectara diariamente por unos pocos minutos. En las instalaciones del hotel, sólo dos puntos brindaban conexión a mis redes celulares, y en ambos casos, había que exponerse al frío –que podía llegar a ser muy intenso—adoptando extrañas posiciones para lograr leer un correo electrónico o enviar un email –una solución original a este problema era la del mesonero del restaurant que fijaba su celular con “celo tape” a una ventana del comedor. Al final terminé viajando hasta 35Km para lograr una conexión en un cibercafe, o trasladándome ya sea al pico más cercano –a 4.100 mts sobre el nivel del mar—o una cumbre menor a 10 kms de donde estaba, para lograr una conexión de datos EDGE. Como resultado, algo que debió haberme tomado apenas unos minutos cada día, se llevaba gran parte de mi mañana, que comenzaba algo tarde por eso de estar en vacaciones.

    Es más, al momento de llegar hasta ese lugar tan increíble, o al momento de regresar, mi conexión de datos y Twitter resultaron fundamentales para conocer el estado de las vías que debía tomar, ya que las lluvias constantes desde hace meses han afectado seriamente las vías de la zona. Así que bien vale la pregunta…¿para mi disfrute, era realmente necesario estar desconectado? Y la respuesta es NO.

    Gracias a mi desconexión perdí momentos de descanso, obligue a cambiar muchos planes familiares, y sin saber la información de transitabilidad de las vías, hubiera escogido una vía bloqueada por un derrumbe para mi regreso, perdiendo valiosas horas de viaje. Además por culpa de estar tan desconectado, no pude estar hablandodeti, querido lector. Así que la conectividad, es sólo una herramienta, y si nos beneficia o nos perjudica, depende sólo de cómo la usemos.

  • Tiendas de aplicaciones y brecha digital

    Tiendas de aplicaciones y brecha digital

    Turtle Speed for Mac OS X LionVeo con preocupación como el uso –algunos dirían que abuso—de las tiendas de aplicaciones como método exclusivo para la adquisición de software, está amenazando con crear una nueva brecha digital: la de los hipoconectados.

    Para nadie es un secreto que las conexiones de banda ancha en los países del llamado mundo en desarrollo, son significativamente menores que en otros países, con mejor infraestructura.

    Hagamos un ejercicio con algunos números extraídos de speedtest.net (http://www.netindex.com/download/allcountries/)

    Que en Lituania y Corea del Sur naveguen a más de 30 Mbps (megabits por segundo) está muy bien, pero si lo comparamos con el promedio mundial de 8.69, nos dice que esos países podrán desarrollarse a mejor paso que el promedio del mundo, y contar con servicios como TV sobre IP (incluso en HD), sin mayores problemas. Pero si vamos al otro lado del espectro, países como el mío, Venezuela, con poco menos de 1 Mbps, o Belize, Haití, Gautemala, Nicaragua, Perú, Uruguay, República Dominicana, Barbados y el Salvador con menos de 2Mbps y los 132 países que estamos por debajo del promedio de descarga mundial podemos experimentar algunas limitaciones al descargar actualizaciones tan monstruosas como las que está haciendo Apple con su Mac OS X Lion, cuya única vía de adquirirlo por ahora es descargándolo online. Pero no hay que tener una Mac para que esto nos afecte. Sólo realizando actualizaciones de rutina de mi tableta Samsung Galaxy Tab hoy, tuve que descargar más de 100MB para que poco menos de dos docenas de programas estuvieran al día –sea lo que sea que eso implique.

    Si usara solamente acceso por mi cuenta de datos, esas actualizaciones –acumuladas en poco menos de una semana—hubieran sido el 25% de mi modesto plan de datos, del cuál suelo usar menos del 10% simplemente leyendo mi correo y realizando algunas búsquedas sencillas y navegando para obtener alguna dirección o dato. 10% para realmente usar el dispositivo y 25% para estar al día –insisto, sea lo que sea que eso implica— parece a todas luces un gran desperdicio.

    Cuando se piensa en usar tecnologías inalámbricas de datos para ayudar a cerrar la brecha digital, las tiendas de aplicaciones, y las actualizaciones masivas e INEFICIENTES –insisto, deberían ser incrementales, no mandar la aplicación completa—atentan contra ese propósito y amenazan con crear una nueva brecha digital, que servirá muy bien a los fines de los piratas informáticos que sabrán muy bien a donde apuntar sus baterías para conseguir víctimas fáciles para conformar sus netbots.

    Y es que a velocidades tan bajas de conexión, muchos países simplemente serán como una especie de fantasmas digitales, que pueden ver los avances de la tecnología pero no siempre tocarlos, mucho menos hacerlos suyos y montarse en la oportunidad que esa tecnología podría representar.

    Ojala que los proveedores de acceso a la Internet, privados y públicos, de nuestra región tomen conciencia del daño que pueden estar causando a sus usuarios por mantener velocidades paupérrimas, y que por otro lado los que regentan tiendas de aplicaciones sepan brindar alternativas económicas para los que tienen anchos de banda limitados y obliguen a los desarrolladores a generar actualizaciones incrementales, por que si no en breve, estaremos viviendo una nueva exclusión digital, la de los hipoconectados. Sólo así podré seguir hablandodeti querido lector, sin tener que esperar por que mi Macbook lleva más de 24 horas intentando descargar un nuevo sistema operativo, o por que mi tableta de última generación se consume toda mi cuota de descargas, sin saber que está actualizando realmente.

  • Y cuando la banda ancha falla…queda el tethering

    Y cuando la banda ancha falla…queda el tethering

    Este es uno de esos fines de semana ocupados que lamentablemente se me están haciendo comunes. Pero no hubiera pasado de ser un fin de semana ocupado, pero común, de no ser por que las lluvias, y quizás algún camión descuidado, se llevaron por delante mis líneas telefónicas, y con ellas mi conexión de banda ancha.

    He de confesar que aunque no es suficientemente rápida, al menos para lo que uno quiere, he estado tan acostumbrado a contar con mi conexión de banda ancha, que ni cuenta me daba de lo dependiente que me había vuelto. Si bien cargo conmigo uno o dos teléfonos conectados a la Internet todo el tiempo, la banda ancha en casa, y su conexión WiFi correspondiente, se han vuelto algo tan omnipresente en mi vida, y en especial en mi trabajo, que enfrentar el fin de semana sin conexión era sencillamente aterrador.

    Mi casa, ubicada en las afueras, no goza de buena señal de mi operador telefónico principal, y tampoco en el secundario. Pero recientemente adquirí una línea del tercer operador, sólo para equipar mi tercer equipo conectado de uso constante: una tableta Galaxy Tab de Samsung con la que estoy muy contento y de la que pronto les contaré cuál ha sido mi experiencia de uso. En mi casa la conexión con ese operador es buena, y reporta servicio 3G con señal casi full, así que me lance a la aventura de prender la opción de tethering y convertir mi flamante tableta en un punto de acceso a la Internet.

    Al momento de escribir este post llevo poco más de 24 horas seguidas usando mi tableta para alimentar las conexiones de mi Mac de escritorio, mi portátil MacBook, mi vieja pero venerable portátil HP –que uso todos los días para acceder un sitio diseñado en Notes– y la Netbook de mi hija, todo esto con muy pocos problemas. Si bien la velocidad no alcanza la de mi conexión fija, he logrado realizar mi trabajo, con pocos problemas, actualizar ciertos programas, revisar correo y descargar adjuntos y hasta he podido actualizar mi blog, con este post que estás leyendo.

    Definitivamente este es un punto a favor de Android y del Hardware de Samsung, que en este fin de semana me está salvando la vida, y me permite estar hablandodeti, aún con mi conexión de banda ancha caida.