Con este título, este post –el primero— lleva sabor de estreno. Es una tradición para los programadores que el primer programa en cualquier lenguaje –sea en C, pascal, C++ o phyton— imprima en la pantalla, o donde quiera que esté dirigida la salida, la frase Hello World!.
¡Cómo se nota que los que hicieron WordPress son programadores, ya que ese es el nombre por defecto de la primera entrada de un blog! (elemental, mi querido Watson)
Pero dejando de lado a los demás, aquí se trata de mí y mi manera particular –equivocada, experta, parcializada o simplificada—de ver las cosas que ocurren a mi alrededor.
Yo llegué al periodismo de una manera casual –si se quiere irresponsable—pero a la tecnología llegue de manera precoz, mientras desarmaba un radio de transistores para buscar de dónde provenía todo ese ruido; quería saber donde estaba el enanito que desde allí me hablaba –para la época, yo tenía menos de cuatro años de edad.
Resulta que en los 34 años que han pasado desde ese entonces, las cosas han cambiado muy poco. Sigo buscando al enanito ese –quizas sea más bien un genio—que está dentro de cada nueva tecnología y la hace funcionar.
Y lo mejor de esto es que ya he encontrado más de uno.