Recientemente en una ruda de prensa a la que acudí estaba el músico colombiano Fonseca (www.fonseca.net) que anunciaba la disponibilidad de su nuevo disco pre-grabado en celulares Sony Ericsson y distribuidos por la compañía celular Digitel, de Venezuela.

 

Más allá de las preguntas comunes, al final alguien se aventuro a interrogar a los panelistas sobre el sistema de protección de copia de esas canciones. De allí el tema derivó en los sistemas de administración de la protección digital –DRM en inglés—y en el futuro de la música.

 

Pero Fonseca –un cantante que confieso no conocer con anterioridad—aventuró su idea del futuro de la música: un mundo donde la música se considera un servicio público más –como el agua potable o la luz eléctrica—por el cuál se paga una suscripción mensual.

 

Una idea interesante que ya hace años se ejercía. Por ejemplo, una compañía de Venezuela, llamada Hilo Musical, prestaba este servicio a oficinas, empresas y hasta hogares, por allá por los años 80. Por supuesto que una realidad como esta, en el mundo actual, contaría con  multitud de servicios interactivos que la harían mucho más atractiva. Sin duda alguna que hablar de música en estos días, es estar hablandodeti.