Si han visitado una tienda de electrónica en los últimos meses habrán notado como un dispositivo que parece casi un juguete está llamando cada vez más la atención: las mini notebook. Pocos adultos pueden dejar de detenerse al pasar al lado, y ponerse al menos a mover el cursor –quizás en su inconsciente, estén dudando de que «funcionen».
¿Cuál es la extraña fascinación que esos equipos producen en todos nosotros? Se trata de la movilidad expresada al máximo. Todos quieren el poder de conectarse, escribir correos, revisar páginas web, pero sin el peso de un portátil tradicional. Los teléfonos celulares no son lo suficientemente cómodos para eso y las mini note se están vendiendo como nunca.
Sin embargo hasta los mismos fabricantes muestran cautela y algunos de ellos sugieren en su página web una serie de pruebas para que el usuario determine si en realidad le conviene comprarse una «mini».
Pero aquí se enfrentan emociones encontradas, entre el usuario que quiere más poder y el que quiere mayor libertad. El que sueña con el último procesador versus el que quiere trabajar y olvidarse de guerras tecnológicas. Y el ganador es casi siempre este último. Se trata en gran parte de un triunfo de la razón sobre la emoción.
Yo personalmente prefiero mi Macbook, aunque no puedo negar que cada vez que me toca viajar en avión y el de adelante reclina su asiento de manera violenta –buscando la pantalla de mi portátil– no me queda más que desear tener una de estas portátiles, para evitar tener que escribir angustiado, y en mala postura.
(este post ha sido publicado en PC World en español, el mes de enero 2009)
Me parece una barbaridad esta moda por compuatdoras de poco poder vendidas como una gran cosa. Generalmente comparto con usted la mayoría de sus entradas, pero no esta. Es como tener una PC de hace cuatro años, pero para tenerla hubo que desarrollar hasta un nuevo tipo de procesador. Esto es solo una moda para vender equipos.