Esta frase, que puede sonar tan inocente, acaba de adquirir unos matices perversos, cuando fue detenida una pareja china que tuvo tres hijos y los vendió para financiar sus deseos de jugar online. Si, leyeron bien, tuvieron tres hijos y los vendieron para pagar sus gastos en cibercafes y juegos online.
Lo cierto es que Li Lin y Li Juan se conocieron en un cibecafé al que solían acudir, y su pasión por los juegos en línea los fue uniendo, al punto que como fruto de ese amor, les nació una niña. Un año más tarde les nació un varón. Y fue justo después de esto que les surgió la oportunidad de vender al hijo recién nacido por poco menos de US$500 y lo hicieron. Poco después decidieron hacer lo mismo con su primer hijo y esta vez obtuvieron diez veces más dinero. Al nacer el tercer hijo, no lo pensaron mucho y también lo vendieron. En todos los casos, el dinero obtenido fue usado principalmente para financiar sus gastos de juego.
Los desnaturalizados padres, al ser aprendidos por la policía alegaron que desconocían el hecho de que no se pudieran vender los hijos. Al ser recriminados acerca de sus sentimientos por los hijos, ellos simplemente contestaron, que no les interesaba criar sus hijos, que lo único que querían era dinero para poder seguir jugando.
Este caso a pesar de ser singular se puede unir a otros que han ocurrido recientemente y que están relacionados con la adicción a los juegos online, como fue el caso de una adolescente asiática que murió al convulsionar después de pasar tres días seguidos jugando en línea, y no hacen sino demostrar que esta adicción puede resultar tan fatal y enceguecedora con otras generalmente consideradas más peligrosas, como la adicción a las drogas, por ejemplo.
Es importante por eso que los padres controlen en cierta forma el uso de sus hijos de la Internet, los juegos en línea y las consolas de juego para evitar que casos tan bizarros como estos ocurran en nuestras casas, y la próxima vez que yo escriba algo al respecto aquí en el blog, esté, desgraciadamente, hablandodeti estimado lector.