La semana pasada se llevo a cabo en Nueva York la famosa semana de la moda, en su versión de primavera, donde las grandes casas de costura suelen presentar sus modelos para el próximo verano. Se trata de un evento muy importante, que suele determinar ventas millonarias, debido a su gran influencia mundial.
Sin embargo desde hace poco las grandes casas de costura están implementando transmisiones de video de sus desfiles, lo que les ha permitido aumentar el impacto de sus presentaciones, anteriormente reservadas a los asistentes. Los críticos de moda, antes el principal canal entre las marcas y el público en general, se sienten dejados de lado por este fenómeno y no falta quien realice predicciones del fin de la semana de la moda, a manos de las transmisiones de video.
Ahora bien ¿por qué tanto miedo? Pues es natural.
Basta recordar que los críticos de moda aún no se recuperan del primer embate serio en su contra, causado por la tecnología: los blogs de moda. Estos blogs de moda son tan populares en Estados Unidos y Europa, que quienes los escriben son considerados como críticos consagrados, con una mayor llegada ante las masas que muchos de los críticos tradicionales.
La relación simbiótica entre marcas y críticos ha llevado a la industria a esforzarse en las pasarelas de manera antinatural, mostrando piezas de ropa que quizás nadie se ponga jamás en la vida real, todo esto sólo para impresionar a los críticos, que de observar una bonita colección de ropa, pero sin extravagancias, terminarían de calificar la colección como aburrida o más de lo mismo. Sin embargo, son estos mismos críticos, lo que después de ver las extravagancias de la colección, generalmente terminarán hablando de la parte comercial de la misma, para bien o para mal de las marcas.
Y es esta anomalía –la de las extravagancias—la que podría desaparecer a medida de que los desfiles sean transmitidos a millones de personas de manera inmediata, sin pasar por la interpretación de los críticos. Ya no habría tiempo para esperar la interpretación del crítico al día siguiente. Si la gente normal quiere ver solo lo que puede comprar/usar, las fantasías tipo carnaval tendrían cada vez menos espacio en los desfiles, y por ende el juicio del crítico quedaría aún más relegado.
Es más, las modelos están empezando a ser escogidas por como lucen en cámara y no en vivo, y aunque algunas podrán hacer el cambio sin problema, otras quedaran fuera y algunas nuevas llegaran a la industria.
Un poco más allá, la semana de la moda no tendría por que realizarse en un solo lugar. Bien podría ser un evento digital, con desfiles en todas partes del mundo, y repartiendo los US$850 millones que genera para New York, entre varias capitales del mundo.
En fin, el poder del streaming puede moldear muchos aspectos de la semana de la moda, y de la propia industria, y generar un negocio distinto al actual. No necesariamente mejor o peor, pero si distinto.
Y puede ser que en breve, al hablar de la semana de la moda, en lugar de hablar de New York y de los críticos de la moda, estemos hablandodeti, querido lector, y de la tecnología de streaming de video que usarán las marcas para intentar venderte directamente la ropa de la nueva temporada.