El 27 de Junio se celebra en Venezuela el día del periodista, y suelo aprovechar la fecha para hacer algún tipo de reflexión sobre esta profesión a la que llegué “sin querer queriendo” si me permiten robarle la frase a Chéspirito
En esta ocasión había explorado algunas rutas narrativas sobre lo que podía escribir este día, generalmente buscando lograr un escrito positivo, exaltando matices de esta profesión. Sin embargo en un evento pre-fecha ocurrieron algunas cosas que modificaron un poco, o quizás más bien complementaron, las ideas pre-concebidas a desarrollar acá.
Hace unas semanas, durante un viaje de trabajo, una idea se me vino a la mente, mientras en vano intentaba calcular el número de veces que había entrado a los EUA por razones de trabajo. Quizás era más fácil medir las millas viajadas, reflejadas en mis estados de cuenta de los programas de viajero frecuente a los que pertenezco. Algunas otras métricas surgieron: he vivido casi un año de mi vida en EUA y varios meses en otros países. Este calculo me llevo a considerar las noches de hoteles, y de repente… se me ocurrió pensar en el costo de todos estos viajes, hoteles, y especialmente entradas a grandes ferias y eventos de tecnología. Aunque nunca pude sacar bien esta cuenta, ya que hay muchas variables a considerar, una aproximación muy pero muy informal, arroja que empresas como SAP, Oracle, IBM, HP, Xerox, Apple, Sony, Samsung y muchas otras, han invertido al menos unos US$250.000 en mi, en los últimos años. Por supuesto que es una inversión por aparecer en los medios en donde escribo, por llegar a los lectores y seguidores con los que cuento, no es directamente por mi, pero no puedo negar que en cada uno de esos viajes he aprendido mucho de lo que sé, y que de alguna forma me han ayudado a ser el blogger/periodista/analista que hoy soy.
Y esta inversión no ocurre sólo en mi, sino en todos los colegas de la fuente. Son millones de dólares al final que se han invertido en formar a una generación de periodistas en toda la región, y es nuestra obligación como profesionales aprovechar esa inversión para ir más allá del simple difusor de la noticia, para aprender y crecer como profesional. ¿Pero puede este número de alguna forma determinar cuanto vale un periodista?
En mis viajes he topado con muchos colegas que sólo están pendientes de escaparse del evento al que han sido invitados. Muchos sólo hacen las entrevistas que les asignan los PR. Muchos medios usan estos viajes como premios y los sortean entre diferentes departamentos, resultando en asignaciones de periodistas de otras áreas a cubrir eventos que no llegan a entender.
Enumerar todo esto, me hizo pensar en cómo algunos periodistas, a pesar de recibir la misma “inversión” por parte de las empresas que otros, no aprovechaban las ocasiones para crecer, para expandir sus horizontes.
Así que ¿cuanto vale un periodista? La pregunta seguía abierta. Algunos de los periodistas más reconocidos en la fuente, parecen creer que les debe medir en millas voladas. Otros creen que se les debe medir en el número de personas que conocen en la industria y sobre los que influyen. Otros viven molestos por que no “calzan” en estos dos rankings mencionados, o tienen otros sistemas de medición, que no vienen al caso.
Pero pocos realmente entienden que el valor de un periodista es complejo de calcular. No se trata de ser el más inteligente, el mas sabio, el que más viaja, ni siquiera el que más ejecutivos conoce.
La ecuación para calcular el valor del periodista tiene un factor de gran peso: el público al que se dirige. Esto se multiplica por la capacidad de juzgar y sopesar la información y se exponencia por la capacidad de analizar porque ocurren las cosas, o que consecuencias puede tener la tecnología de la que se habla.
Pero aún faltan términos en la ecuación. El medio donde escribe, y su línea editorial, es un factor a sumar. También se le suma el sentido de oportunidad, de publicar algo que importa, en el momento en que se debe.
Algunos periodistas entienden esto, pero se equivocan con un factor que añaden a la formula: la primicia –o como aquí decimos: el tubazo. Muchos piensan que para ser un buen periodista hay que dar muchas primicias, y piensan que esto exponencia su valor. Pero en esta época de redes sociales e inmediatez, la verdad es que el valor que le da al periodista el dar una primicia, es cada vez menor, mientras que si sabe explicar por que ocurrió ese hecho, o las repercusiones del mismo, allí si están sumando mucho a su valor.
Para muchos esta formula puede parecer completa, tal cómo está expresada, pero les alerto que falta un término que divide, y que suele alcanzar magnitudes tan extraordinarias que es capaz de minimizar todo el cálculo anterior: la integridad. Y es que en muchos eventos algunos periodistas se empeñan en demostrar que valen lo mismo que una pelota de fútbol barata, una botella de vino o cualquier otro premio u objeto de bajo valor. Para algunos ser periodista vale apenas unos tragos de whiskey, algunos pasapalos rancios y el ticket de una rifa para ganar un teléfono. Algunos son un poco más ambiciosos y demuestran que valen apenas los gastos de un viaje.
Así que no hay mejor manera de celebrar este día del periodista, al menos para mi, que recordando que los periodistas no somos nadie si no es por nuestro público y que para merecernos el público no solo debemos estar cada vez mejor preparados, sino también ser siempre íntegros.
En resumen el valor del periodista depende de quien los lee, los ve o los oye y del respeto con que tratan a este público.
El “feliz día del periodista” termina entonces siendo un “feliz día a mis lectores” ya que sin ellos no soy nada. A pesar de lo que puedan invertir en mi las empresas, o de lo bueno que pueda ser yo analizando algo, al final esto de ser periodista se trata de estar hablandodeti mi querido lector, y de las cosas que a ti te interesan, de manera integra y profesional. Más nada.
Adoro este post
Calibraste a la perfeccion lo que mueve a muchos periodistas, independientemente de la fuente, ya la noticia perdió protagonismo ahora lo importante es quién las transmite, tristemente se ha perdido la vocación.