Mi buen amigo Dmitry Bestuzhev (@dimitribest), investigador de seguridad de Kaspersky, llamó mi atención con un post en LinkedIn sobre abusos infantiles en la Internet. El hacía referencia a un artículo que dice que hay 15 millones de niños en situación de vulnerabilidad en la Internet, tan sólo en el país de México.
La verdad es que las cifras son alarmantes, y más allá de las cifras millonarias, hay una realidad más impactante: nuestros hijos están en riesgo.
Como quitarle el acceso a la Internet a nuestros hijos, no es una opción válida, so pena de convertirlos en modernos ermitaños digitales, la mayoría de los padres que conozco, optan por una de dos posiciones: dejar libre acceso o restringir el acceso con horarios impuestos y uso de software de seguridad. Si bien yo creo que esté último acercamiento es de implementación obligatoria, hay un recurso en el que confío más aún: mi propia hija.
Cómo padre he averiguado las formas más comunes de extorsión. Empiezan por lograr una foto de los niños, y después que logran alguna imagen ligeramente comprometedora, y empiezan a amenazarlos con mostrar las fotos a los padres. Los niños ceden ante el chantaje y se inicia una espiral viciosa, hasta que logran un control casi total de los niños. La clave aquí es quebrar el ciclo desde el inicio, dejándole saber al niño los peligros que hay, explicándoles que no deben ceder a la presión y que deben denunciar con sus padres cualquier intento de extorsión. Algunos de los peores pedófilos usan incluso programas troyanos que les permiten tomar control de las cámaras de las PC, por lo que es una buena idea mantenerlas cubiertas, y explicarle a los chicos la importancia de no abrir archivos enviados por esos desconocidos.
Es un peligro, que no podemos evitar por completo, pero si advertimos a los muchachos a tiempo, podemos evitar que el daño sea grave. Por eso al hablar con nuestros hijos sobre los peligros en la red, también estamos hablandodeti.