Muchas personas se acercan a preguntarme como pueden hacer las empresas para ser cada vez más 2.0. Después de esbozar una sonrisa hacia adentro –algo difícil de lograr—tanteo el terreno y veo que nivel de respuesta esperan. Generalmente ellos quieren que les diga como un empleado usando twitter puede cambiar la empresa entera, o como abriendo una página web se pueden hacer millonarios. Ante estas señales suelo huir por el camino más corto: intercambio algunos lugares comunes sobre la web 2.0 y me dirijo hacia otra persona que encuentre cerca.

Pero si el interlocutor muestra verdadero interés y esta consciente de que se trata de una tarea compleja, es allí donde me instalo a intercambiar ideas. Es quizás lo mejor que me puede ocurrir en una reunión con gente de mercadeo o PR. Pero he de confesar que pasa muy poco.

Ahora bien, esas veces aisladas que puedo establecer una conversación a este nivel, me doy cuenta de que hay dos caminos principales para que las organizaciones enfrenten este reto: transformándose o adaptándose. Algún purista del lenguaje –o de los conceptos– me dirá que la adaptación es una transformación orientada. Y no lo voy a discutir, pero es mejor que defina mis propios términos aquí para que las definiciones de transformación y adaptación que usemos sean las que se correspondan a los sentidos que yo le doy.

Las empresas 1.0 o tradicionales suelen ser verticales, basadas en jerarquías logradas muchas veces tras años de evolución dentro de la misma organización. La web 2.0 es todo lo contrario, en ella usted puede discutir de política con sus legisladores y congresistas, conversar con astronautas y hablar directamente con sus periodistas favoritos, para señalarle las discrepancias con sus puntos de vista.

Ante esta realidad la empresa que quiere ajustarse toma uno de dos caminos. Algunas intentan adaptarse, moldeando algunas de sus actividades para que tengan cabida en los nuevos medios. Esto es algo que generalmente involucra sólo al departamento de comunicaciones, los encargados de realizar las traducciones entre la empresa 2.0 y el mundo 1.0.

El otro caso que puede ocurrir es que la empresa decida incorporar las herramientas 2.0 a su funcionamiento, transformándose en una verdadera empresa 2.0. El teletrabajo, las reuniones asíncronas, el fomento de la individualidad y el aplanamiento de la estructura, suele generar una cultura interna que se presta más a la nueva realidad de la web.

¡Pero ojo! Ninguna de las dos formulas es mágica. Para algunas empresas tiene mucho sentido agarrar la primera opción. ¡Imagínese una fábrica de cemento adoptando el segundo esquema! No tienen mucho sentido. Pero imagine una empresa de relaciones corporativas o un medio de comunicación adoptando el primer esquema. El fracaso estará asegurado en ambos casos.

Un ejemplo interesante de cómo dos compañías, aún en la misma área, pueden adoptar diferentes esquemas y sobrevivir la han constituido Google y Microsoft. La estructura de Microsoft es bastante más tradicional y sólo recientemente han incluido los blogs dentro de su estrategia comunicacional, ya que eso conlleva repartir el control comunicacional a personas con amplio dominio técnico pero no comunicacional. Pero en Google casi resulta imposible pensar en una centralización absoluta de las comunicaciones. Allí desde un principio la mejor forma de comunicarse han sido los blogs, cartas abiertas y demás esquemas sociales. De nuevo, ninguna estrategia es mejor que la otra. Google ha debido aprender a manejar mejor sus políticas comunicacionales y Microsoft se ha visto obligado a utilizar los blogs como mecanismos de difusión del avance de los distintos proyectos y otros temas que necesitan información continua, como lo es seguridad, desarrollo y hasta responsabilidad social.

Pero si hay que diseñar una empresa para nacer dentro de la web 2.0, no queda duda de que se debe pensar en una estructura más horizontal que vertical, flexible y menos rígida que las tradicionales. Y si lo logras, la gente estará hablandodeti en la web 2.0