Normalmente asociamos el uso de tecnología para cometer crímenes con robos de identidad, phishing y otras prácticas. Pero hay un nivel distinto, donde los criminales usan la tecnología como cualquier persona, para obtener más información sobre sus víctimas de manera sencilla, sin necesidad de contar con complicados kits de desarrollo de botnets, o con gusanos truculentos. Y es de esta amenaza, una de las más comunes, de la que más fácil es protegerse y sin embargo la mayoría de las personas suelen pasar por alto la norma básica: usar el sentido común.
La gente que insiste en colocar en su Facebook cuanta foto se toma, los que usan redes sociales como FourSquare, los que colocan en tweeter todos sus movimientos, deberían reconsiderar su actitud, y empezar a filtrar contenido, a escoger adecuadamente el momento en que liberan la información y a dejar de usar algunos servicios de geolocalización.
Para muestra de lo que puede pasar voy a remitirme al atentado terrorista de 2008 en la ciudad de Mumbai –antigua Bombay– en donde 10 terroristas paquistaníes pusieron en jaque a una ciudad de casi 20 millones de habitantes, y desbordaron a las fuerzas policiales gracias al exceso de información publicada. Durante los tres días que duro el asedio, los terroristas se fueron nutriendo de los informes d ela radio, TV y redes sociales para escapar o reaccionar ante los movimientos de las fuerzas de seguridad. Identificaban rehenes usando resultados obtenidos en Google, se nutrían de la localización de los usuarios de twitter que reportaban acciones, y aprovechaban todos los recursos que sin querer se ponían a disposición de ellos. La fiebre de los medios extranjeros por obtener entrevistas y mensajes de usuarios de twitter que estaban en el lugar de los acontecimientos seguramente llegó a costarle la vida a mas de una persona. El total de 173 muertos y 308 heridos, causados por sólo 10 personas con armas de mano –no usaron armas de destrucción masiva—habla por si sólo de la efectividad de este comando, que contaba con un centro de operaciones desde el que un terrorista monitoreaba medios para avisarles y usaba Internet para identificar posibles rehenes, como fue el caso de KR Ramamoorthy, presidente del ING Bank en India, reconocido mediante el uso de Internet. En el comando de control, el terrorista allí obtuvo su foto en Google y los describió telefónicamente al terrorista que lo apresó.
Todo este escenario de caos se prolongó por tres días gracias a la información en vivo que obtenían los terroristas, lo que en buena medida nos da una idea de que no siempre es conveniente colgar en la Internet toda nuestra información. Y es que hay veces que es mejor evitar que otros estén hablandodeti y de lo que haces.