Veo con preocupación como el uso –algunos dirían que abuso—de las tiendas de aplicaciones como método exclusivo para la adquisición de software, está amenazando con crear una nueva brecha digital: la de los hipoconectados.
Para nadie es un secreto que las conexiones de banda ancha en los países del llamado mundo en desarrollo, son significativamente menores que en otros países, con mejor infraestructura.
Hagamos un ejercicio con algunos números extraídos de speedtest.net (http://www.netindex.com/download/allcountries/)
Que en Lituania y Corea del Sur naveguen a más de 30 Mbps (megabits por segundo) está muy bien, pero si lo comparamos con el promedio mundial de 8.69, nos dice que esos países podrán desarrollarse a mejor paso que el promedio del mundo, y contar con servicios como TV sobre IP (incluso en HD), sin mayores problemas. Pero si vamos al otro lado del espectro, países como el mío, Venezuela, con poco menos de 1 Mbps, o Belize, Haití, Gautemala, Nicaragua, Perú, Uruguay, República Dominicana, Barbados y el Salvador con menos de 2Mbps y los 132 países que estamos por debajo del promedio de descarga mundial podemos experimentar algunas limitaciones al descargar actualizaciones tan monstruosas como las que está haciendo Apple con su Mac OS X Lion, cuya única vía de adquirirlo por ahora es descargándolo online. Pero no hay que tener una Mac para que esto nos afecte. Sólo realizando actualizaciones de rutina de mi tableta Samsung Galaxy Tab hoy, tuve que descargar más de 100MB para que poco menos de dos docenas de programas estuvieran al día –sea lo que sea que eso implique.
Si usara solamente acceso por mi cuenta de datos, esas actualizaciones –acumuladas en poco menos de una semana—hubieran sido el 25% de mi modesto plan de datos, del cuál suelo usar menos del 10% simplemente leyendo mi correo y realizando algunas búsquedas sencillas y navegando para obtener alguna dirección o dato. 10% para realmente usar el dispositivo y 25% para estar al día –insisto, sea lo que sea que eso implica— parece a todas luces un gran desperdicio.
Cuando se piensa en usar tecnologías inalámbricas de datos para ayudar a cerrar la brecha digital, las tiendas de aplicaciones, y las actualizaciones masivas e INEFICIENTES –insisto, deberían ser incrementales, no mandar la aplicación completa—atentan contra ese propósito y amenazan con crear una nueva brecha digital, que servirá muy bien a los fines de los piratas informáticos que sabrán muy bien a donde apuntar sus baterías para conseguir víctimas fáciles para conformar sus netbots.
Y es que a velocidades tan bajas de conexión, muchos países simplemente serán como una especie de fantasmas digitales, que pueden ver los avances de la tecnología pero no siempre tocarlos, mucho menos hacerlos suyos y montarse en la oportunidad que esa tecnología podría representar.
Ojala que los proveedores de acceso a la Internet, privados y públicos, de nuestra región tomen conciencia del daño que pueden estar causando a sus usuarios por mantener velocidades paupérrimas, y que por otro lado los que regentan tiendas de aplicaciones sepan brindar alternativas económicas para los que tienen anchos de banda limitados y obliguen a los desarrolladores a generar actualizaciones incrementales, por que si no en breve, estaremos viviendo una nueva exclusión digital, la de los hipoconectados. Sólo así podré seguir hablandodeti querido lector, sin tener que esperar por que mi Macbook lleva más de 24 horas intentando descargar un nuevo sistema operativo, o por que mi tableta de última generación se consume toda mi cuota de descargas, sin saber que está actualizando realmente.