Sentado yo con una CocaCola Light enfrente y ella con una Frescolita –ya que no le gusta el sabor de la CocaCola aquí—comencé esta tarde una conversación que, además de entretenida e interesante, me ayudo a confirmar algunas ideas preconcebidas, así cómo a forjarme otras que todavía no se habían sembrado en mi mente.
La entrevistada –porque de una entrevista se trataba—es Gaby Castellanos (@gabycastellanos) una venezolana que exporto su talento a España hace ya más de 16 años. Allá cuenta con una empresa muy particular llamada Sr Burns, dedicada a crear campañas en redes sociales. Ahora bien, la entrevista como tal la podrán leer en la edición de Septiembre u Octubre de PRODUCTO, pero si quiero resaltar algunos puntos interesantes y que quizás ni siquiera formen parte de la entrevista a publicar.
Y es que en algún punto basamos la conversación en los influenciadores y su rol protagónico en la web 2.0, y la relación tan especial que pueden llegar a establecer algunos seguidores con los que son seguidos. La relación de intimidad y confianza que puede sentirse con alguien después de haberlo seguido por meses, conocer sus puntos de vista sobre docenas de asuntos importantes y sus preferencias personales. Ser influenciador requiere contar con un código de ética, tanto o más estricto que el de un periodista o un médico. Y es que los influenciadores suelen estar más cerca –y ser más íntimos—que los anuncios de TV o prensa.
Lo que dice un influenciador es como el consejo de un amigo cercano, de esos que uno escoge como modelo. Lo peor que puede hacer entonces, según Gaby –y en eso coincido plenamente—es dejarse influenciar por las marcas, que le cambien –-o le compren– su criterio. No por recibir regalos de una marca –o incluso un sueldo—se debe cambiar la opinión personal, esa por la cual los seguidores empezaron a creer en el o en ella.
El Segundo error al que deben escapar los influenciadores, es al manejo mal entendido de la influencia –de la fama podríamos decir—y evitar que su capacidad de influir se convierta en un motivo de orgullo injustificado que los lleve a cometer desmanes y a perder la esencia que los hizo ser admirados en un principio.
Gaby agradece enormemente el cariño que le demuestran sus seguidores de Twitter, que incluso la reconocen en la calle y la rodean cuál si fuera una estrella en cada evento en el que participa. Yo mismo comencé a seguirla hace un tiempo sin saber nunca que la entrevistaría o que me sentaría a conversar con ella un rato. Y sin embargo al sentarme a conversar sentía que la conocía de hace rato. Y es a esta relación a la que Gaby le da tanta importancia, a la que recomienda cuidar con esmero, ya sean mas de 20.000 seguidores o apenas unas pocas docenas.
Desde mi punto de vista, la capacidad de influir conlleva una gran responsabilidad, algo que desde estos bits he intentado asumir según mi estilo y mis principios. Algo que espero sea siempre parte de este blog, inclusive si estoy hablandodeti amigo lector, o de la amiga @gabycastellanos.
jejeje influenciador o no es un placer leerlo
La fama es al final, el peor enemigo de todos… muy buen escrito
Alcides…un placer haber charlado contigo y tenemos pendiente unas arepas&tweets…un beso grande y da gusto leerte!